“El hombre del sistema […] está generalmente tan enamorado de la belleza
de su propio plan de gobierno que considera que no puede sufrir ni las
más mínima desviación del él. Apunta a lograr sus objetivos en todas sus
partes sin prestar la menor atención a los intereses generales o a las
oposiciones que puedan surgir; se imagina que puede arreglar las
diferentes partes de la gran sociedad del mismo modo que se arreglan las
diferentes piezas en un tablero de ajedrez. No considera para nada que
las piezas de ajedrez puedan tener otro principio motor que la mano que
las mueve, pero el gran tablero de ajedrez de la sociedad humana tiene
su propio motor totalmente diferente de los que el legislativo ha
elegido imponer” (Smith, A., "Teoría de los sentimientos morales").
Interesante la reflexión consecuente
que formuló Alberto Benegas Lynch (h)
en "Adam Smith, hoy" ((ver)).
En línea con el presente: El dogmatismo de siempre
No hay comentarios:
Publicar un comentario